HISTORIA

Leer menos LOS ORÍGENES DE LA PASTA

Al intentar reconstruir la historia de la pasta y sus orígenes, es necesario diferenciar entre las pastas secas y las frescas, siendo estas últimas mucho más antiguas. Cuando hablamos de pasta no nos referimos solo a la más conocida en occidente, que es a base de trigo, sino a la masa obtenida de la mezcla de agua con harina que puede ser de varios tipos de cereal (mandioca, cebada, arroz, etc.).

Es probable que este alimento se haya desarrollado en varias partes del mundo en forma simultánea. En el noreste de China se encontraron pastas elaboradas con mijo de hace cuatro mil años. También los griegos (tres mil años atrás) y los romanos (dos mil años atrás) documentaron su conocimiento sobre las pastas elaboradas con harina de trigo. Esas pastas no resistían mucho tiempo y debían consumirse pronto.

La novedad aportada por Italia fue la popularización de la pasta seca, que se supone habría sido introducida por los árabes en el siglo VIII, mediante sus conquistas en la era medieval. Estos la habrían creado para sus viajes, ya que podía almacenarse y consumirse tiempo después.

Primitivamente, el secado de la pasta se realizaba al sol. De esta forma, las urbes con mejor clima y disponibilidad de trigo candeal fueron las pioneras en la popularización de dicho alimento. Este es el caso de Nápoles, Sicilia y Génova, cuyos primeros gremios de fabricantes datan del siglo XIV.

Al inicio del siglo XVII, nacieron en estas ciudades, las primeras y rudimentarias maquinarias. Más tarde, el advenimiento de la Revolución Industrial y la introducción de la prensa y la máquina de amasar hicieron posible la producción de pasta a un menor precio, lo que ayudó a su difusión.

Luego de la unificación de Italia en 1870 y de la emigración masiva hacia América, la fama de la “pastasciutta” (abreviado en italiano, pasta) se extendería a todo el mundo.

Leer menos LA EXPERIENCIA ARGENTINA

Es poco lo que se encuentra sobre los primeros años de la fabricación de pasta en el país; pero si algo distingue a la segunda mitad del siglo XIX es la paulatina transición del paradigma del emprendedor local al del industrial.

Lógicamente, fueron los italianos los pioneros en la Industria Argentina de pastas secas, pero no era justamente algo que estuvieran tan habituados a consumir en su país de origen. Hay que recordar que la mayoría de los inmigrantes eran de condición muy humilde y su dieta estaba muy restringida.

La producción de pasta para su comercialización era patrimonio de un número reducido de ciudades italianas y una rareza en la mayor parte de este país. Los italianos que llegaron a nuestro país eran ajenos a esta incipiente industrialización y consumían únicamente fideos amasados de forma casera haciendo uso de materias primas muy elementales.

Al igual que lo que sucedió en Brasil o en Estados Unidos, los inmigrantes comenzaron lentamente a progresar y a acumular pequeñas cantidades de capital con el que emprendieron distintos tipos de negocios. Surgió así la oportunidad de implementar ciertas técnicas de producción a pequeña y mediana escala a fin de comenzar a abastecer los mercados de proximidad geográfica.

Desde entonces, y hasta los primeros años del siglo XX, se produjeron mejoras notables en las técnicas de producción que incluyeron la incorporación de fuerza motriz, túneles de secado y rodillos mecánicos, hasta llegar al primer sistema de producción continua en 1917.

No existe en nuestra entidad registros previos al año 1900, pero, de acuerdo varios testimonios, podemos afirmar que para el año 1853 existían en la provincia de Buenos Aires al menos diez establecimientos y que para 1858 ya estaba operativa la que iba a ser la más grande e innovadora empresa pastera nacional por muchos años: Oneto & Cía., de Miguel Oneto.

Desarrollo realizado por Improve